viernes, 3 de diciembre de 2010

La Amígdala

Amigos. Intentaré ser breve.

Si veis a vuestra pareja con un libro en las manos titulado “El Cerebro Femenino” de la autora Louann Brizendine, por favor esperad cualquier mínimo descuido para esconderlo, y en cuanto podáis, acercaros al contenedor de papel más cercano y tiradlo. En verdad os digo que este simple gesto podrá salvar vuestra vida sexual (si la tenéis).

Esta señora, neurobióloga de profesión, con sus libros y conferencias pretende hacernos la vida más difícil si cabe, sexualmente hablando. Su instrumento: LA AMIGDALA. Si amigos, una cosa tan pequeña puede retrotraernos a aquellas épocas de acné, revistas y papel higiénico.

Parece ser que esta insignificante parte del cerebro femenino es el motor del área cerebral de la preocupación y el temor, entre otras cosas. Para que una mujer tenga una relación sexual placentera debe tener esta maldita amígdala desconectada. Mientras que para nosotros una buena forma de liberarnos del estrés o cualquier preocupación es practicar sexo, ellas no lo pueden hacer si están estresadas o preocupadas por algo, por absurdo que sea. Da igual que sea la ropa tendida ante una amenaza de lluvia, la duda de qué hacer de comer al día siguiente, siempre hay algo en sus mentes que las atormenta. Incluso el simple hecho de tener los pies fríos puede echar por tierra nuestras esperanzas de mojar.

“Un movimiento torpe de la rodilla, la mano o la boca, cualquier pequeño detalle puede reanudar la acción de la amígdala femenina, cortar el interés sexual y el orgasmo apenas iniciado” (sic). Por Dios, ¿tan difícil es?. En este punto sólo se me ocurre adoptar la postura del vago, manos en la nuca y ella encima. Aunque mucho me temo que eso también podría ser un motivo de preocupación para mis concubinas. ¿Por qué no me toca? ¿Sudaré demasiado? ¿Tendré la piel poco hidratada?.

Ya sé lo que estáis pensando: unos buenos preliminares lo solucionan todo. Error. Mientras nosotros sólo necesitamos tres minutos de preliminares, para ellas estos abarcan las veinticuatro horas previas. Si, si. Como os lo cuento. Si por la mañana ella se levanta más tarde que vosotros y se encuentra la tapa del wc subida y la cadena sin tirar, colegas, daros por jodidos porque por la noche no vais a triunfar.

Olvidaros de intentar descubrir si vuestra pareja tiene a nuestra amiga la amígdala desconectada porque para ello necesitaríais tener un aparato para realizar resonancias magnéticas en casa. Parece ser que la utilización de este aparato ha permitido a lumbreras como esta señora descubrir que la amígdala cuando está desconectada tiene un “calmo color azul”.

De todas formas, visto de otro modo, el problema no es que vuestra pareja lea todo esto, el problema es que se lo crea. En este sentido doy gracias a Dios porque a la mía le ha hecho gracia. Cosa que no es de extrañar leyendo cosas como: “Los hombres tienen, literalmente, el sexo en sus mentes en mayor grado que las mujeres. Sienten tensión en sus gónadas y próstatas a menos que eyaculen a menudo” toma ya.

En fin, sólo me queda decir: Suerte con la amígdala amigos.